viernes, 18 de julio de 2025

"No he venido a la tierra a sembrar paz, sino espadas".

 



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Evangelio según San Mateo 10,34-11,1

En aquel tiempo dijo Jesús a sus apóstoles:

No penséis que he venido a la tierra a sembrar paz: no he venido a la tierra a sembrar paz, sino espadas.

He venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre; a la nuera con su suegra; los enemigos de cada uno serán los de su propia casa. 

El que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí, y el que o coge su cruz y me sigue, no es digno de mí.

El que encuentre su vida la perderá, y el que pierda su vida por mí la encontrará.

El que recibe a vosotros, me recibe a mí, y el que me recibe, recibe al que me ha enviado; el que recibe a un profeta, porque es profeta, tendrá paga de profeta.  Y el que recibe a un justo porque es justo, tendrá paga de justo.

 

El que dé a beber, aunque no sea más que un vaso de agua fresca, a uno de estos pobrecillos, solo porque es mi discípulo, no perderá su paga, os lo aseguro.

Cuando Jesús acabó de dar instrucciones a sus doce discípulos, partió de allí, para enseñar y predicar en sus ciudades.

PALABRA DEL SEÑOR.

El evangelio según San Mateo, nos deja 3 enseñanzas, en principio paradójicas o contradictorias con nuestro criterio humano.

1.     La primera, cuando hemos imaginado a Jesús como un hombre de paz, de espíritu manso, de armonía en su corazón, lanza esta dura invectiva[1] a sus apóstoles:

No piensen que he venido a la tierra a sembrar paz, no… no he venido a sembrar a paz sino espada, he venido a enemistar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra. Y afirmará lapidariamente “los enemigos de cada uno será los de su propia casa”.

Pero ¿cómo entender esta realidad que nos parece totalmente contradictoria?

Simplemente Jesús quiere ratificar que el seguimiento a su persona comporta una cierta violencia interior, que nos puede llevar incluso a la división en la familia, a opciones más radicales, a la renuncia a cosas o bienes que apreciamos, para CONSEGUIR UN TESORO MAS GRANDE, la sabiduría y verdad que hay al seguir a Jesús.

A veces, nosotros como creyentes en Cristo, encontramos en nuestro círculo de amigos, compañeros de trabajo y aun de la propia familia, cierta incomprensión porque se nos tilda de fanáticos, se nos tilda de personas demasiado radicales, frente a un mundo que predica solo la tibieza, la mediocridad, y el compromiso eso si radical con el dinero y el éxito, pero no con Dios ni con la trascendencia divina.

2.     Pero a renglón seguido viene una segunda enseñanza, también en esta línea de radicalidad evangélica, cuando Jesús afirmará a sus apóstoles y en ellos nos dirá a nosotros: el que quiere a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; el que quiere más a su hijo o a su hija más que a mí no es digno de mí; y el que no carga con su cruz y me sigue, no es digno de mí. En el fondo está hablando de la dignidad o no, que tenemos para poderlo seguir, y esta se construye cuando dejamos a un lado los amores más sacrosantos de los padres, de los hijos, en general de la familia; [y no se construye] cuando no asumimos, no cargamos nuestra cruz de cada día, [no tenemos dignidad para seguirlo]…EL SEGUIMIENTO DE JESUS. Reconozcamos en esta verdad, que todos en lo humano, o por lo menos muchísimas personas, sentimos que la familia y el amor por ella ocupa el primerísimo lugar en el corazón, y Jesús nos dirá entonces que no somos verdaderos discípulos seguidores de él, que no somos dignos de él, si por encima del amor y de la total entrega a él, están los amores menores, aun el de la familia, padres, hermanos o hijos, todos amores humanos y por tanto efímeros, que pasarán con el paso del tiempo, con la vejez y con la muerte.

 

3.     Pero quizás la información más radical y que encontramos en un tercer momento y final, y la que más ha llevado a conversiones a numerosos santos en la historia de la iglesia, es la que formula Jesús a sus discípulos cuando dice: SOLO EL QUE ENCUENTRE SU VIDA, LA PERDERÁ…Y EL QUE LA PIERDA LA ENCONTRARA. Encontrar la vida, ganar la vida, vivir para nosotros, es camino de alguna manera sabiduría de Dios de PERDICION; y por el contrario el gastar la vida, el donar la vida, el entregar la existencia, es camino de encontrar LA VERDADERA VIDA. Solo se me ocurre frente a una información tan lapidaria tan fuerte, descubrir, que encontramos vida en DONAR LA VIDA CADA UNO, como una madre encuentra el sentido de su vida donándola en sacrificio y entrega por sus hijos, o cuando un buen sacerdote pastor de almas ENCUENTRA EL SENTIDO DE SU VIDA, gastándose y desgastándose por sus feligreses.

 

Hoy reconoce esta sabiduría tan alta en la vida de un cristiano, y aunque nos parezca contradictoria y totalmente paradójica con los criterios del mundo, pidámosle al señor que nos de su auxilio, su gracia para poder vivir el evangelio con más fidelidad, con más radicalidad.



[1] Discurso ofensivo y mordaz que se usa para expresar censura



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