lunes, 20 de enero de 2014

PALABRAS A DOÑA OLIVA

Querida  familia Márquez Sarmiento

El natural duelo que nos produce la inevitable partida de nuestra adorada Doña Oliva, es una dura e inexorable ley de la vida, que nos estremece y que nos muestra cruentamente la realidad de la finitud de la existencia humana. Ese perro fiel pero importuno del dolor nos muestra su peor faceta a quienes nos quedamos.

Porque el merecido estado evolutivo del que parte a una forma de vida inimaginada, por el misterio que encarna la mutación del espíritu, es una conquista reservada para seres, que como Doña Oliva logran trascender por su inmaculada existencia.

Sin duda, ella y Don Manuel se proyectaron fecundamente, como el sembrador que esparce semillas sobre la historia, en ustedes sus hijos, como promesa y esperanza. Apóstoles de la familia que reclama hoy en día, con urgencia, nuestra nación, dado el grave desconcierto ético por el que atraviesa la familia, reflejo y fundamento de la sociedad.

Digo se proyectaron fecundamente, porque ellos ya cumplieron, como los que más, al entregar al mundo y a la sociedad una hermosa y numerosa familia, construida con entrega, dedicación, tesón, sacrificio, privaciones e incluso con la deficiente protección de sus propios derechos individuales, para garantizar los beneficios de un colectivo, ustedes, nosotros… ¡la gran familia Márquez Sarmiento! bien colectivo, ontológicamente superior.

Miremos  a nuestro alrededor, a toda esta familia. ¡Da gusto! Es nuestra familia. Es nuestra única, cierta y verdadera alegría. Porque representamos lo que ellos sembraron en nosotros.

Está en nuestras manos que esta ejemplar familia, simbolizada por sus catorce hijos, se consolide o se fragmente, como arcas aisladas que solo se fortalecen con la intercomunicación, en la unión sinérgica, cuyos resultados son comparables a los de un milagro.

Creo que, si somos muy vigilantes de nuestros comportamientos, si logramos superar las poderosas fuerzas restrictivas de los apetitos, las pasiones humanas y la codicia podremos lograr mantener la unión fraterna y familiar que todos deseamos. Lo cual sería un logro muy significativo, no solo porque dignificaríamos nuestras existencias, sino porque estaríamos  honrando la memoria de MAMÁ OLIVA.