Tal como lo mencionamos en la pasada entrega, en la
construcción de sociedades posextractivistas, el pacto Ecosocial del Sur plantea,
que la transformación tributaria solidara: “Debe incluir el
impuesto a la herencia, a las grandes fortunas, a los mega emprendimientos, a
las rentas financieras y, como medida transicional, al daño ambiental. En lugar
de que todos paguen impuestos universales, y solo algunos tengan protección
social, proponemos que solo los que más tienen tributen, pero en cambio todos
estén protegidos”.
La enorme desigualdad e injusticia social planetaria
y la reactivación económica exigen imponer tasas de tributación más altas a los
más ricos del planeta, según lo expresa el informe de la Comisión Independiente
para la Reforma de la Fiscalidad Corporativa Internacional (ICRICT), que dirige
el colombiano José Antonio Ocampo.
El informe
presenta recomendaciones para recuperar las economías de los efectos del
COVID-19 y combatir la evasión y elusión fiscal relacionadas con gravar
servicios digitales, imponer tasas de tributación más altas en sectores
oligopolizados, acordar, a nivel global, un impuesto de sociedades mínimo
efectivo del 25%, entre otras.
Según cifras
de Oxfam, “en 2019, los multimillonarios del mundo, sólo 2.153 personas, tenían
más riqueza que los 4.600 millones de personas más pobres juntos… y gravar un
0,5 % adicional de la riqueza del 1 % más rico en los próximos 10 años equivale
a las inversiones necesarias para crear 117 millones de puestos de trabajo en
educación, salud y el cuidado de los ancianos y otros sectores”.
Respecto de
gravar los servicios digitales, en su libro “el impuesto digital en el mundo”,
la Contadora Pública argentina María Florencia Moren, afirma:
“El nuevo mundo que surge a partir de la incipiente
Economía Digital y los desafíos en el abordaje de las ganancias generadas por
las grandes compañías internacionales que dominan el mercado… y que irrumpieron
en un contexto favorable para la elusión fiscal… pues las leyes vigentes no
contemplan sus características y, por lo tanto, facilitan la generación de los
denominados “ingresos sin Estado”, donde las diferentes jurisdicciones no saben
cómo delimitar su potestad tributaria… esa situación ha generado grandes
distorsiones entre la presión tributaria efectuada sobre la ciudadanía y las
empresas de la economía tradicional, versus la impuesta a la creciente economía
digital… Ante las maniobras elusivas de las grandes compañías multinacionales,
nació la necesidad de las Administraciones Tributarias de buscar una solución
multilateral de consenso, de modo tal de armonizar la política fiscal
internacional. Ya no se trata de enfrentamientos y disputas legales, sino de
aprender a ceder y cooperar por el bien general… entre tanto, la rueda sigue
girando y los datos que corren a través de Internet son abrumadores: hay más de
4 mil millones de usuarios web, existen 2 mil millones páginas web, se envían
más de 150 mil millones de mails, Google recibe más de 4 mil millones de
búsquedas, existen más de 3 millones de posts en blogs alrededor del mundo, más
de 400 millones de tuits escritos, más de 4 mil millones de videos subidos a
YouTube y más de 47 millones de fotos subidas a Instagram. Todo esto en un solo
día. Y así se repite cada día… ¿A quién le pertenece esa información que
circula en la web? ¿A quién le sirve? ¿Quién hace uso de tamaño volumen de
datos? Y, ¿para qué?”.
En medio de la situación descrita la nueva
normalidad exige un sistema justo y sostenible de fiscalidad internacional que
permita imponer un gravamen global a las grandes empresas multinacionales que
están obteniendo, además de muchos beneficios de la economía digital, la
elusión fiscal, y la leve presión tributaria, sumergiendo a más personas en la
pobreza, pues los Estados además de percibir menos ingresos para satisfacción
de las necesidades de sus habitantes, tienen que “recurrir inevitablemente a
una mayor presión tributaria sobre la ciudadanía y las empresas de economía
tradicional”, afirma la contadora argentina.