sábado, 18 de septiembre de 2021

PARADIGMA DE LA PERSONA COMPLETA

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El paradigma de “la persona completa”, conforme a lo establecido por Stephen Covey, en su libro el 8° Hábito, consiste en desarrollar equilibradamente las cuatro dimensiones constitutivas del ser humano: Cuerpo, Mente, Corazón y Espíritu. Siendo el cuerpo el instrumento de la mente, el corazón y el espíritu.

 

Pues, si descuidamos alguna de ellas, producimos desequilibrios que afectan nuestro bienestar y el de los demás. En efecto, si descuidamos el Cuerpo, nos enfermamos, y el nivel de productividad de un cuerpo enfermo disminuye; si desatendemos nuestro Corazón, nos dejamos arrastrar por las poderosas fuerzas restrictivas de las pasiones humanas, tales como el rencor, la envidia, el egoísmo, etc., que afectan las relaciones personales, familiares y laborales; si  no cultivamos nuestra Mente, sin darnos cuenta, pronto llegamos al nivel de incompetencia, por no desarrollar nuevas habilidades y capacidades, y por lo tanto nos tornamos prematuramente improductivos; y si no desarrollamos la dimensión espiritual, las decisiones cotidianas que tomamos, en lugar de estar orientadas por principios éticos o leyes naturales que rigen nuestra naturaleza humana, serán conducidas por nuestro ego altivo y vanidoso, que además de limitar nuestro radio de influencia, impide liberar el enorme potencial de servicio, que caracteriza a lo humano, al circunscribirlo a satisfacer nuestro propio ego.

 

Si logramos incorporar este paradigma de "la persona completa" en nuestros propósitos de vida, estaremos, no solo garantizando en el largo plazo el bienestar individual y colectivo, sino que nos convertiremos en agentes de cambio que no perpetuamos el modelo imperante.

 

La fuerza creativa o manifestación más elevada para el desarrollo y cuidado del “Cuerpo” es la “disciplina” y la programación de la cultura para su descuido y uso es la “extravagancia”; la fuerza creativa para el desarrollo y cuidado de la “Mente” es tener una “misión” y la programación de la cultura para su descuido y justificación es el “victimismo”.

Por su parte, la manifestación más elevada para el desarrollo y cuidado del “Corazón” es la “pasión” y la programación de la cultura para su descuido y uso es el “espejo social”; y la fuerza creativa para el desarrollo y cuidado del “Espíritu” es tomar decisiones a “conciencia” y el software cultural para su descuido y justificación es el “ego”.

 

Ego, espejo social, victimismo, y extravagancia configuran el paradigma de la persona fragmentada o de la mediocridad; y la conciencia, pasión, misión y disciplina determinan la grandeza o paradigma de la persona completa que hay que desarrollar.

 

Y sin duda, como nuestra cultura contemporánea facilista, con tendencia excesiva al placer, a la apariencia, al consumismo, a la ostentación, al individualismo, a la arrogancia y a la soberbia humana arrastra al sujeto por el camino trillado de la mediocridad, cuya expresión inequívoca es la crisis ecosocial que afronta el planeta, por ello es preciso plantear el paradigma de la persona completa con el propósito de mostrar la monumental tarea y las posibilidades de reconstrucción personal y colectiva que están a nuestro alcance… vale decir, una receta para perezosos, tal como lo dice sarcásticamente, el dr. Luis Carlos Restrepo: “intenta cambiar lo que abarques con tu brazo extendido…con eso es suficiente”.


DE LA GLOBALIZACIÓN A LA GLOCALIZACIÓN: AGRICULTURA DE PROXIMIDAD

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Desde hace decenios, ecólogos como Ramón Margalef, H. T. y Barry Commoner han propuesto que la economía humana debería imitar la «economía natural» de los ecosistemas. La naturaleza, «la única empresa que nunca ha quebrado en unos 4.000 millones de años», según el biólogo Frederic Vester, nos proporciona el modelo para una economía sustentable y de alta productividad.

Pero, para ello es preciso…conocerla…para aprender de ella el manejo que hace de los residuos y de la energía solar… que promueva la agricultura de proximidad, cuyo propósito es:  “reconectar el campo y la ciudad, impulsando la producción, distribución y consumo de alimentos ecológicos, estacionales y de proximidad; promover la compra pública de alimentos con criterios de proximidad, ecología y comercio justo que contribuya a la reducción del derroche alimentario mediante los ciclos de distribución cortos; (…) impulsar los huertos urbanos de autoconsumo y los jardines alimentarios; reconocer la función social del campesinado a través del apoyo a bancos y ferias de intercambio de semillas y la promoción de la producción ecológica en los mercados municipales y en los mercados de campo; poner en marcha campañas informativas sobre productos locales agroecológicos”, entre otras.

De acuerdo con Reichmann Jorge, “vivimos dentro sistemas mal adaptados, sistemas humanos que encajan mal en los ecosistemas naturales. Este problema de estructura exige una reconstrucción de la tecnosfera de acuerdo con principios de biomímesis. Los ecosistemas naturales funcionan a base de ciclos cerrados de materia, movidos por la energía del sol. (…) En esta economía cíclica natural cada residuo de un proceso se convierte en la materia prima de otro: los ciclos se cierran. Por el contrario, la economía industrial capitalista desarrollada en los últimos dos siglos, considerada en relación con los flujos de materia y de energía, es de naturaleza lineal: los recursos quedan desconectados de los residuos, los ciclos no se cierran”.

Es por ello, por lo que, en este momento de crisis generada por la pandemia, el Pacto Ecosocial del sur plantea que “es prioritario desarrollar políticas que apunten a la redistribución de la tierra, del acceso al agua y una profunda reforma a las políticas agrarias, alejándose de la agricultura industrial de exportación con sus efectos ambientales y sociales nefastos”.

Lo que nos permitiría, además, según Erika González, investigadora del Observatorio de Multinacionales en América Latina, “una reducción drástica de las emisiones de CO2 y del consumo energético, transformar el sistema de energía para no basarse en grandes superficies de producción energética, sino favorecer otro tipo de modelo energético más localizado, más adecuado a los consumos territoriales. Y cambiar radicalmente el modelo de producción y consumo y transformar radicalmente el sistema comercial globalizado, en el que en la fábrica mundo cada pieza es producida en un sitio diferente y vendida en otro”, vale decir, en una economía de proximidad.


SUBDESARROLLO DEL TERCER MUNDO...CONSECUENCIA DEL DESARROLLO DEL CAPITALISMO INDUSTRIAL

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La teoría de la dependencia, según el pensador brasileño Fernando Cardoso, define al fenómeno del subdesarrollo como un proceso social global y dialéctico, que surge como consecuencia del desarrollo del capitalismo industrial, y cuyo mecanismo básico de funcionamiento, consiste en crear, para generar y mantener su progreso científico-técnico y su creciente bienestar: un centro y una periferia donde se instaura la dependencia, el estancamiento económico, los desequilibrios sociales y las tensiones políticas, sin soluciones autónomas.

Par el teólogo brasilero Leonardo Boff, “el subdesarrollo no es fundamentalmente, un problema de atraso técnico ni, por tanto, una fase anterior al desarrollo; es un problema político y, por ello, consecuencia del “desarrollo” dentro del sistema capitalista, dado que las economías no son independientes, pues las metrópolis de los países más avanzados han absorbido las economías de los países dependientes en el campo de la ciencia y de la técnica. De tal suerte que se ha establecido un centro y una periferia con un sistema desigual de intercambio generador de desequilibrios: la periferia suministra materias primas y mano de obra baratas y el centro suministra ciencia y técnica avanzadas”.

De esta manera, desarrollo y subdesarrollo no son más que el anverso y reverso de una misma moneda, que van siempre unidos, en estrecha relación.

En consecuencia, afirma el teólogo, “el desarrollo no tiende a hacer salir del subdesarrollo, sino a mantener la relación de dependencia. Incluso, pude darse gran desarrollo dentro de un régimen de subdesarrollo, el cuál mantiene en su interior, la misma estructura de dependencia”.

De manera, análoga, así acontece también, con el ejercicio de la autoridad en el proceso educativo: o se ejerce autoridad o se es autoritario. Pérez Mercado Juan Francisco, afirma que “tienen en común estos dos conceptos el propósito de limitar y regular la actividad del educando/niño. Pero difieren en que mientras quien ejerce la autoridad busca y espera que el educando/niño se independice de él, quien ejerce el autoritarismo persigue perpetuar la dependencia que respecto de él tiene el infante”. Es decir, que así como el autoritario busca perpetuar la dependencia del educando/niño, el desarrollo busca también mantener la relación de dependencia centro/periferia.

Y es, en esta circunstancia mencionada de estancamiento económico de la periferia que surge el asistencialismo y el paternalismo, los cuales generan mendicidad y profundizan la dependencia, pues así como en la esfera trascedente del hombre la gracia no exime al hombre del esfuerzo y de la búsqueda, en la esfera pública de los modelos de desarrollo de los países, el centro debería favorecer la autonomía de la periferia, pues la gracia otorgada sin haber luchado y sufrido es paternalismo y no engrandece al hombre ni a los pueblos, más bien los humilla porque los deja en la anterior situación de dependencia y asistencialismo, dado que, así como la gracia que eleva al hombre tiene que ser el don de una conquista, debe serlo también la autonomía de los pueblos.

¿Será posible, entonces, alcanzar esta conquista en la dimensión económica de los ecosistemas humanos de la esfera de lo público de los modelos de desarrollo de los países del orbe, de manera que posibilite a los países periféricos tradicionalmente dependientes alcanzar algún grado de autonomía e independencia del centro o régimen de dominación del sistema económico mundial?


NO SERÍA NECESARIO RECURRIR TANTO A LA PALABRA, SI NUESTRAS OBRAS DIESEN AUTÉNTICO TESTIMONIO





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Decía San Juan Crisóstomo…y, por su parte, el sacerdote, filósofo y teólogo español Marcelino de Andrés afirma que “también María, nuestra Madre, recurrió poco a la palabra. Era callada Ella. Realmente, cuántas palabras se ahorró. Pero, cuánto dejó dicho sin palabras. Cuánto dejó escrito con su vida. Cuánto testificó con sus obras”.

“El silencio de la Virgen durante su vida fue como un gran mosaico de pequeños silencios. Vamos a detenernos un momento a contemplar, el silencio ante José:

Imaginemos aquella escena en la que, un buen día, María regresaba de la región montañosa tras visitar y ayudar a su prima Isabel. Ya habían pasado más de tres meses desde la Anunciación. A María ya se le notaba que estaba en cinta. Y cuando vio a José, que le salió al encuentro por el camino, le dio una gran alegría, pero a la vez un grande apuro. José notaría su estado. Y, de hecho, lo notó. Ambos estaban prometidos en matrimonio, pero aún no vivían juntos; y resulta que Ella ya esperaba un hijo.

Entonces María, ante el asombro de José, no comenzó a explicarle lo de la aparición del ángel, ni lo del mensaje del cielo, ni que el Niño era de Dios... No. María prefirió callar. José estaba confundido. Y no era para menos. Sin embargo, miró a los ojos a María y los vio tan puros, tan limpios, tan inocentes, que creyó más a los ojos de María que a los suyos propios. José amaba a María y confiaba en Ella, pero no alcanzaba a comprender lo que ocurría.


La Virgen no estaba segura de la reacción de José. Por eso es conmovedor este silencio suyo. Ella intuyó que Dios se lo daría a entender a José mejor que Ella misma, como Él sabe y cuando Él lo juzgase oportuno. María guardaba silencio sin culpa alguna. Callaba aun a costa de su propia honra. De hecho José, que era bueno y justo, decidió repudiarla en secreto.

 

La Santísima Virgen, al no excusarse, al no decir nada a José, a nosotros nos está diciendo mucho. Nos está diciendo que nos sobran muchas palabras y demasiadas veces. Nos sobran muchos “es que”, muchos “es que yo no tuve la culpa”, “es que yo no era el único”, “es que yo no tengo nada que ver”, ante nuestros fallos y deficiencias. Nos falta más silencio y resignación y nos sobran excusas. Y eso que la mayoría de las veces somos culpables de verdad...”.

Y mi limitada visión alcanza a vislumbrar en nuestra madre Tarcy, destellos de esa virtuosidad, pues, estructuró su vida como mujer de muy pocas palabras…mujer del silencio, en clara imitación de la virtuosidad de nuestra Santísima Virgen María, pues, “era el silencio de la Virgen, continúa afirmando el sacerdote, filósofo y teólogo español Marcelino de Andrés, un silencio hecho oración y acción. Un silencio lleno, no vacío ni hueco. No se trataba, por tanto, de una simple ausencia de palabras, de ruidos, de distracciones. El silencio de María fue un silencio de humildad, de discreción, de ocultamiento (…) Un silencio fecundo en buenos pensamientos, en proyectos de ayuda a los necesitados, en propósitos de entrega y donación (…) ¡Qué ejemplo de discreción de nuestra Madre!”.

Lo anterior, en virtud del primer aniversario de su partida, el pasado 27 de junio.


EXPERIENCIA DE LO ESPECÍFICAMENTE ESPIRITUAL EN EL HOMBRE

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Lo expresado en este artículo es una síntesis del apartado del capítulo “experiencia de la gracia en la vida individual” del libro “Gracia y Experiencia Humana” del teólogo brasilero Leonardo Boff:

No nos referimos a la experiencia general del espíritu en relación con el pensar, el escuchar, el sentir o el admirar, pues en estos casos aparece con toda claridad lo que es el espíritu. Pero, el espíritu no constituye una parte del hombre. Es el hombre todo entero en cuanto trascendencia, capacidad de superación y facultad de regirse por principios más elevados que los del placer…por ello existen otras situaciones que muestran con mayor exactitud y más genuinamente lo que es y puede el espíritu:

Ø  La experiencia de seguir dolorosamente nuestra conciencia cuando podríamos haber tergiversado y pactado, obteniendo inclusos ventajas personales.

Ø  Renunciar libremente a beneficios personales, tan apetecidos y valorados por otros, porque comprometeríamos la dirección que habíamos tomado en nuestra vida.

Ø  Superando la tentación de la comodidad o de la elección de un camino menos difícil, aunque honesto.

Ø  Aceptando nuestras limitaciones internas de orden intelectual, emotivo, comunicacional, de salud o incluso una falta moral, sin rebeldía y sin queja, abrazando y viviendo con coraje una existencia penosa.

Ø  La experiencia de callar cuando, incomprendidos, podríamos habernos justificado.

Ø  La experiencia de guardar silencio cuando se nos ha herido en nuestra más honda entraña. Silencio, entendido según lo afirma el sacerdote, filósofo y teólogo español Marcelino de Andrés, “como hecho y acción. Un silencio lleno, no vacío ni hueco. No se trata, por tanto, de una simple ausencia de palabras, de ruidos, de distracciones, sino de un silencio de humildad, de discreción, de ocultamiento (…) un silencio fecundo en buenos pensamientos, en proyectos de ayuda a los necesitados, en propósitos de entrega y donación”.

Al experimentar todo eso hemos hecho la experiencia de lo específicamente espiritual en el hombre, y de la trascendencia viva, que es más excelente que el éxito y más reconfortante que la simple felicidad.

Al experimentar así el espíritu, continúa afirmando Boff, cuando nos entregamos al misterio de la vida, cuando ya no nos pertenecemos, cuando dejamos de ponernos en primer lugar, cuando nos hacemos servicio y don para los demás, entonces estamos experimentando esa realidad que el cristianismo denomina gracia.

Este es el nuevo hombre que requiere el planeta para mitigar la crisis ecosocial que afrontamos, pues como lo dice el teólogo brasilero en su último artículo publicado el 12 de junio del 2021 “sin espiritualidad no salvaremos la vida en la tierra”. ¿Soñar? ...Yo creo que sí…dada la testarudez humana, la polarización que carcome a nuestra sociedades y el incipiente desarrollo de la libertad de querer…que imposibilita gobernar las poderosas fuerzas restrictivas de nuestro ego, apetitos e instintos…, pero es el único camino que nos queda: re-encontrar el sendero para “restablecer el rumbo”, según la expresión utilizada por el sumo pontífice en el contexto de la oración extraordinaria con bendición Urbi et Orbi del Papa Francisco del 27 de marzo del 2020.


VANDALISMO Y POLARIZACIÓN SINTOMAS AGUDOS DE LA CRISIS DEL MODELO NEOLIBERAL


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Stephen Covey plantea que existen dos tipos de problemas: “Los crónicos y los agudos. Crónico significa subyacente, causal, continuado. Agudo significa doloroso, sintomático, debilitante, (…) y por tanto, hay que identificar sus raíces subyacentes y crónicas”, tal es el caso del vandalismo atroz y la polarización que devora a nuestra patria… que son solo los síntomas agudos del problema crónico del modelo agotado del neoliberalismo.

El tratamiento de los problemas agudos del vandalismo y la polarización no soluciona la enfermedad crónica subyacente de la crisis del modelo, que ha generado el dolor agudo del hambre y la desigualdad en el mundo, y particularmente en nuestra nación, pues, según cifras de Banco Mundial, en el año 2019, Colombia ocupó el primer lugar de desigualdad en América Latina y el séptimo del mundo, del total de 194 países que existen en el planeta.

Si bien censuramos y rechazamos el vandalismo, que tanto daño le ha hecho a la economía del país, la repudiable acción que condenamos con vehemencia no debe impedirnos ver el problema estructural, subyacente y crónico de la crisis del modelo…que requiere un cambio.

Pero, por supuesto, no vamos “a cambiar de tirano”, usando la expresión utilizada por el sacerdote Juan Jaime Escobar en el contexto de su homilía del pasado 30 de mayo, o de tiranía del Mercado a la tiranía del Estado, sino que la propuesta, que expreso desde esta columna de opinión, consiste en adoptar el modelo de la cosmovisión ecológica, el cual se sustenta en el funcionamiento de la naturaleza, que nos muestra que cualquier ecosistema físico o humano, funciona adecuadamente, sólo si, se articulan equilibradamente sus dos ejes constitutivos, en este caso, libertad económica y justicia social, y que cuando no se mantiene este equilibrio, los ecosistemas, se debilitan, se contaminan o colapsan…y tanto el modelo neoliberal, como el socialista han producido desequilibrios al hacer énfasis exacerbado en uno de los dos ejes, y la racionalidad ecológica señala que para que el modelo funcione es preciso encaminar acciones hacia el eje descuidado, que es en lo que consiste el modelo ecológico propuesto.

Efectivamente, como el capitalismo está montado sobre el eje de la libertad económica y el socialismo sobre el eje de la justicia social, un énfasis exacerbado en el eje de la libertad económica, como en el caso del neoliberalismo, además de profundizar la desigualdad, nos podría conducir al colapso de la civilización humana, como consecuencia del afán de productividad a ultranza y la consecuente “destrucción de los hábitats de animales, que tienden a acercar a nosotros virus letales que viven en animales salvajes”, tal como lo señala el divulgador científico David Quammen, que permiten advertir que, en algún momento sobrevendrá una corrección natural, si no replanteamos nuestro accionar; pero, por otro lado, si el desmedido énfasis se efectúa sobre el eje de la justicia social nos conducirá al descalabro de las economías, tal como sucede hoy en día con Venezuela.

Lo anterior implica que, para mantener la polaridad o equilibrio del ecosistema de la esfera pública de los modelos de desarrollo, Colombia, como país capitalista debe redireccionar sus acciones hacia la justicia social, y los países socialistas deben hacerlo hacia la libertad económica. Tal como lo reafirma el Dr. Alberto Merlano Alcocer: “Mayor igualdad en los países capitalistas en vías de desarrollo y mayor libertad en los países socialistas, con ocasión de su comentario a mi artículo “crónica de una bomba de tiempo anunciada”.

De manera que, en concordancia con este derrotero ecológico, las actividades conscientes que se deben emprender en los países capitalistas tendrán que girar en torno a definir cuáles bienes y servicios se deben sacar de la lógica del mercado, según lo ha señalado el presidente Macron de Francia, para ser regulados por el Estado; y en los países socialistas dichas acciones deberán orientarse hacia el libre mercado de algunos bienes y servicios, y hacia la libertad de empresa y libertad de opinión, para mantener la polaridad que requiere el modelo de desarrollo del sistema socialista.