Querida familia Márquez Sarmiento
El
natural duelo que nos produce la inevitable partida de nuestra adorada Doña
Oliva, es una dura e inexorable ley de la vida, que nos estremece y que nos muestra
cruentamente la realidad de la finitud de la existencia humana. Ese perro fiel
pero importuno del dolor nos muestra su peor faceta a quienes nos quedamos.
Porque
el merecido estado evolutivo del que parte a una forma de vida inimaginada, por
el misterio que encarna la mutación del espíritu, es una conquista reservada
para seres, que como Doña Oliva logran trascender por su inmaculada existencia.
Sin duda, ella y Don Manuel se
proyectaron fecundamente, como el sembrador que esparce semillas sobre la historia,
en ustedes sus hijos, como promesa y esperanza. Apóstoles de la familia que
reclama hoy en día, con urgencia, nuestra nación, dado el grave desconcierto
ético por el que atraviesa la familia, reflejo y fundamento de la sociedad.
Digo se proyectaron fecundamente, porque
ellos ya cumplieron, como los que más, al entregar al mundo y a la sociedad una
hermosa y numerosa familia, construida con entrega, dedicación, tesón,
sacrificio, privaciones e incluso con la deficiente protección de sus propios
derechos individuales, para garantizar los beneficios de un colectivo, ustedes,
nosotros… ¡la gran familia Márquez Sarmiento! bien colectivo, ontológicamente
superior.
Miremos a nuestro alrededor, a toda esta familia. ¡Da
gusto! Es nuestra familia. Es nuestra única, cierta y verdadera alegría. Porque
representamos lo que ellos sembraron en nosotros.
Está
en nuestras manos que esta ejemplar familia, simbolizada por sus catorce hijos,
se consolide o se fragmente, como arcas aisladas que solo se fortalecen con la
intercomunicación, en la unión sinérgica, cuyos resultados son comparables a
los de un milagro.
Creo
que, si somos muy vigilantes de nuestros comportamientos, si logramos superar
las poderosas fuerzas restrictivas de los apetitos, las pasiones humanas y la codicia
podremos lograr mantener la unión fraterna y familiar que todos deseamos. Lo
cual sería un logro muy significativo, no solo porque dignificaríamos nuestras
existencias, sino porque estaríamos honrando la memoria de MAMÁ OLIVA.