viernes, 11 de septiembre de 2020

ACCIONES PARA PREVENIR COLAPSO ECOSOCIAL: CREACIÓN MENTAL...URGE LA CREACIÓN FÍSICA

 



  

El principio de las dos creaciones consagrado por Stephen Covey establece que “todas las cosas se crean dos veces. Siempre hay primero una creación mental, y luego una creación física”. Ambas creaciones son necesarias para lograr la efectividad del propósito buscado, y si bien representa un desafío colosal implementar la segunda creación, en este caso, la de las medidas propuestas para prevenir el colapso ecosocial, por ir en contravía del orden vigente, la claridad de la primera creación es indispensable para determinar si “la escalera está o no apoyada en el lugar correcto”, según lo señala Covey, el Sócrates americano. En efecto, armar el rompecabezas completo del modelo de cosmovisión ecológico representó para el autor de este artículo 57 años de vida, adicional al arduo, reconocido y prolongado trabajo intelectual de Jorge Riechman y de los promotores del Pacto Ecosocial del Sur, liderados por la argentina Maristella Svampa, que les ha permitido concretar su propuesta de medidas para afrontar la crisis ecosocial.


En consecuencia, el presente artículo enmarca las trece medidas sistémicas propuestas por Riechmann, y los nueve puntos consagrados en el Pacto Ecosocial del Sur, dentro de la cosmovisión del modelo ecológico que propongo, a partir de las reflexiones realizadas por Luis Carlos Restrepo y Leonardo Boff; dicho modelo se configura como una unidad estructurada que nos muestra los principios que explican el funcionamiento del ecosistema mundo en sus diferentes niveles, tanto en la parte física como en las esferas privada, pública y trascendente de la parte humana, y por lo tanto, las decisiones que tomemos, soportadas en dicho modelo, nos permiten garantizar un mejor acierto de la elección, necesaria para atender de forma razonable la crisis ecosocial de la pandemia y el calentamiento global.

Los nueve puntos del pacto ecosocial del sur son: transformación tributaria solidaria, anulación de las deudas externas de los Estados; creación de sistemas nacionales y locales de cuidado; una renta básica universal; priorizar la soberanía alimentaria; construcción de economías y sociedades postexctractivistas; recuperar y fortalecer espacios de información y comunicación desde la sociedad; autonomía y sostenibilidad de las sociedades locales; y por una integración regional y mundial soberana.

Y las trece medidas para un cambio sistémico propuestas por Riechmann, las cuales desarrollaremos en detalle en posteriores entregas son: abandonar el PIB como supuesto indicador de bienestar; socializar las compañías eléctricas y el sector bancario; reducir por ley el tiempo de trabajo asalariado, para redistribuirlo; reforma fiscal fuertemente progresiva, con impuestos al capital, a la herencia y a las grandes fortunas; jubileo de deudas injustas e impagables; ingreso mínimo garantizado y esquemas de trabajo garantizado desde el sector público; desmercantilización de la vivienda; conversión industrial hacia la fabricación de bienes necesarios; reducción drástica de la movilidad motorizada; desglobalización ordenada; agroecología, agricultura de proximidad; renaturalización de zonas muy extensas en campos y ciudades; y alfabetización e ilustración ecológica a escala masiva.

Para lograr el cometido de explicitar el propósito y alcance de las acciones propuestas, las cuales se deben convertir en acciones de gobierno, y por tanto en política pública, se acudirá a los trabajos realizados por la economista británica Mariana Mazzucato, una de las tres grandes pensadoras galardonada con el New Statesman en Economía Política en 2014.

 


viernes, 28 de agosto de 2020

INCORPORACIÓN DE LA DIMENSIÓN DEL MISTERIO EN LAS DECISIONES HUMANAS...UNA EXIGENCIA ÉTICA

 



https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/239285-incorporacion-de-la-dimension-del-misterio-en-las-decisiones-humanas-una-exigencia-etica (oprima el link y  luego en la url que aparece abajo)



Hoy nos ocuparemos del más grande de los temas, visibilizado por la pandemia del COVID-19, pero relegado por la postmodernidad, esta nueva forma de expresión centrada en el culto por el individualismo: la necesidad de incorporar el eje del misterio en las decisiones humanas, como exigencia ética.

En efecto, la pandemia ha revelado que en las elecciones adoptadas por los tomadores de decisiones del planeta, ha primado el ego humano sobre la voluntad divina representada en principios orientadores del comportamiento humano e inscritos en el corazón del hombre, centro de decisiones de la persona, denominado conciencia, tal como lo señala Tony Mifsud, en el texto la “Moral fundamental”. Pues, así como en la naturaleza subyacen principios que la rigen, y que la ciencia tiene que desentrañar, en el ser humano, como ser racional, también existen principios o leyes naturales que guían su conducta, y cuyo esclarecimiento es objeto de estudio de la teología y la religión.

Ya lo mencionábamos, que así como en la ecología física, existen los principios de diversidad y dependencia que explican el funcionamiento de cualquier ecosistema natural, en el ser humano, afirma el mencionado padre jesuita: “la relación entre libertad humana y ley divina tiene su base en el corazón de la persona, ósea en su conciencia moral”. De manera que la ley divina o eje del misterio tiene como función orientar y guiar la decisión humana, tal como lo afirma el teólogo brasilero Leonardo Boff “un pensamiento que no erija la razón en instancia suprema de decisión y se guíe por el misterio, dentro del cual se ejercita la razón, conserva la polaridad (…) y así como tenemos órganos externos, los ojos, los oídos, el tacto, tenemos también un órgano interno de especial cualidad, un logro de nuestra evolución humana. Lo llamaron el punto Dios en el cerebro”.

Stephen Covey señala que “los principios son como faros. Son leyes naturales que no se pueden quebrantar”. En consecuencia, el desastre ecosocial expresado en la injusticia social y en el planeta gravemente enfermo, revela el quebrantamiento de este principio materializado en el olvido de Dios y sus principios orientadores en las decisiones planetarias adoptadas, que han limitado la visión humana, guiada exclusivamente por su libertad o libre albedrío, vale decir, por su ego miope, que “no escucha ni siente la totalidad del sistema”, tal como lo afirma Covey. E igualmente a nivel nacional la desatención y el quebrantamiento de los principios del decálogo bíblico, de no matar, no robar, no mentir, han dado origen a la violencia, la corrupción y el engaño, características distintivas de nuestra nación.

Pero, por otro lado, la visión de Dios restringida a pedir, agradecer, y a, tal como lo expresa el sacerdote Juan Jaime Escobar, “desgranar camándula… y a pegarnos de Dios, creyendo que Dios nos va a hacer la vida fácil, que vamos a estar llenos de bienestar, de logros, de triunfos, de victorias humanas, que nada nos va a tallar(…) recuerden lo que dice San Pablo en la carta de los romanos: “nosotros no sabemos pedir lo que nos conviene ”… la promesa de Dios es que seas un hombre justo...en ninguna parte dice que seas un hombre que tenga de todo y no le falte nada y viva feliz de la pelota. Esa no es la promesa de Dios...”, entonces, dicha visión reducida se convierte en una limitación que impide ver el verdadero sentido de Dios y de su propósito, cual es, el proceso de ajuste…el colosal y doloroso proceso de ajuste…de nuestro comportamiento a los principios emanados del misterio para conquistar virtudes y tomar mejores decisiones, las cuales implican necesariamente una protección deficiente nuestros propios derechos individuales…para garantizar un nosotros, bien ontológicamente superior, y una vida centrada en principios.

martes, 18 de agosto de 2020

COVID-19 MÁS VULNERABILIDAD QUE AMENAZA

 

https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/238582-covid-19-mas-vulnerabilidad-que-amenaza

La pandemia generada por el COVID-19 ha permitido visibilizar grandes temas relegados en la post- modernidad, tales como, la crisis medioambiental, las desigualdades estructurales del sistema imperante, la urgencia de las política públicas, la necesidad de la incorporación del eje del misterio en las decisiones humanas, la priorización de las cosas esenciales de la vida, el negacionismo de la crisis eco-social y de sus causas, y la gestión del riesgo.

Hoy nos ocuparemos del tema de la gestión del riesgo, cuyos componentes constitutivos son la vulnerabilidad y la amenaza; la amenaza hace referencia al “fenómeno, natural o provocado, generador de la inminencia de peligro”, y la vulnerabilidad es la “predisposición que tiene un sistema de ser afectado de forma negativa ante una amenaza”. De manera que el riesgo se materializa cuando por la vulnerabilidad, el huésped resulta afectado por la amenaza.

El mayor margen de maniobra que tenemos los seres humanos en la gestión del riesgo es en el componente de la vulnerabilidad, pues escapa al poder humano impedir la ocurrencia de fenómenos naturales, y por tanto, su accionar, en el caso de amenazas, queda restringido al conocimiento del riesgo, la elaboración de mapas de amenazas y  la prevención de la ocurrencia de fenómenos provocados por él mismo, como por ejemplo, la proliferación de virus generada por la “destrucción de los hábitats de animales, que tienden a acercar a nosotros estos virus que viven en animales salvajes”, tal como lo señala el divulgador científico David Quammen.

En cambio, el espectro del accionar de la vulnerabilidad es mucho más amplio, pues además del conocimiento e identificación se puede reducir la vulnerabilidad mediante la adopción de medidas de mitigación, correctivas y preventivas, para suavizar su impacto.

Sin embargo, paradójicamente, como el COVID-19 no ha resultado tan letal como “el virus del ébola, considerado uno de los agentes patógenos más agresivos para los seres humanos...mata a más del 50% de los casos, pero se propaga con menos facilidad… o la gripe española que  acabó con la vida de 50 millones de personas, considerada hasta la fecha la epidemia más letal de la historia en un periodo tan corto de tiempo”, según Ángeles Pillado, ha sido el régimen vigente y sus inherentes desequilibrios, el que ha provocado las condiciones que han expuesto y colocado en situación de vulnerabilidad a los 1.300 millones de pobres multidimensionales del planeta.

En efecto, han sido las condiciones de pobreza, informalidad y precariedad laboral, morbilidad, infraestructura deficiente del sistema de salubridad, generadas por el orden vigente, así como el negacionismo de la crisis, sus causas derivadas del modelo extractivista y la negligencia de los gobiernos para prepararse ante el virus predecible, y no el carácter letal del virus, lo que ha materializado el riesgo de afectación a más de 20 millones de contagiados y ocasionado la muerte a 750.00 personas aproximadamente, con fecha de corte 14 de agosto.

En consecuencia, el gran desafío de la gestión del riesgo está no sólo en, no destruir los hábitats de animales salvajes para impedir la ocurrencia de la amenaza de virus más letales, y hacer frente a la  amenaza del cambio climático manteniendo el aumento de la temperatura por debajo de los 2 grados centígrados para prevenir la ocurrencia de olas de calor, deshielo de los glaciares, incendios devastadores, ciclones tropicales, inundaciones y sequías; sino en disminuir el riego, estableciendo mecanismos que contribuyan de manera anticipada a la localización, construcción y funcionamiento seguro de la infraestructura, los bienes y la población para cada amenaza identificada, según lo consagra la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres.


viernes, 31 de julio de 2020

DARWINISMO SOCIAL

 


Como en esta oportunidad el coronavirus está impactando es a la población más vulnerable que ha dejado el modelo de desarrollo imperante y su consecuente pandemia moral, la teoría del darwinismo social resurge en el presente, pues son los más débiles los que se han visto obligados a una mayor exposición al virus para conseguir el sustento de sus familias.

En efecto, es la precariedad laboral de los trabajadores formales e informales de américa latina, de los países subdesarrollados e incluso de los desarrollados, y las deficientes condiciones de salud y salubridad lo que ha generado, en esta población, una mayor exposición y vulnerabilidad al riesgo.

En contrate, en Nueva York, por ejemplo, las familias ricas se han venido trasladando a lugares exclusivos y menos poblados para disminuir su exposición al riesgo.  

Asistimos a lo que en la leyenda de Darwan “se conoce como una “economía de guerra”, en donde el más fuerte gana, y el más débil perece. Es la vieja historia de los ecosistemas y la supervivencia. Creemos que actualmente estamos viviendo algo nuevo, pero solo es nuevo para esta generación. Lo que ocurre ahora es exactamente igual. Nos peleamos por respiradores, por mascarillas, por personal, y llegaremos a donde sea por sobrevivir. No solo funciona a nivel de naciones o zonas, por supuesto, sino a nivel del individuo. Las peleas por llevarse todo lo que se pueda llevar de los comercios, la necesidad de recolectar provisiones hasta el infinito es propio de nuestro instinto primario, que nos dice “vienen tiempos difíciles, debemos cazar presas para superar el invierno”. El invierno es el coronavirus Covid-19, y la presa es el supermercado más cercano. La competencia, cualquiera que se lleve ese paquete de papel higiénico. Y “ay de aquel que intente que mis hijos no tengan todo lo que necesiten”. Los instintos de agresividad y supervivencia se alían. Y, cuando lo hacen, cualquier rastro de civilización desaparece en un instante”.

Es el instinto de supervivencia, donde prevalece el más fuerte y quedan expuestos los más vulnerables…que ha producido el orden vigente. En términos de la cosmovisión ecológica estamos frente a un modelo de desarrollo opresor que busca mantener la relación de dependencia, dominación e injusticia, en lugar de hacer salir del subdesarrollo, de manera similar a como, lo afirma Pérez Mercado Juan Francisco, el autoritarismo busca perpetuar la dependencia afectiva, en lugar de fomentar la independencia de la persona, impidiendo así, tanto a los países como a los adultos encontrar su propio camino de autonomía para no generar los abismales desequilibrios sociales que azotan al planeta.

miércoles, 1 de julio de 2020

URGE UNA CONVERSIÓN ECOLÓGICA GRADUAL, PERO RADICAL… EN LA POSTPANDEMIA


https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/235382-urge-una-conversion-ecologica-gradual-pero-radical-en-la-postpandemia

Lo que caracteriza a nuestra cultura, afirma Luis Carlos Restrepo, es el monocultivo… y ¿qué es el monocultivo?... son hectáreas y hectáreas sembradas con una sola especie, y sucede que una de las actividades que contamina auténticamente el medio ambiente es el monocultivo… ¿por qué razón?... Porque el monocultivo viola una ley natural, porque el monocultivo viola una ley de los ecosistemas, y es que todo ecosistema se mantiene es por la diversidad.

En efecto, como el monocultivo hace referencia a la “explotación intensiva de una sola especie… y a cultivos a gran escala…que revelan su debilidad por carecer de la protección inmunológica que les brinda la variedad”, su protección artificial, con pesticidas y químicos, es la que finalmente contamina el medo ambiente.

Pero, tal como lo denomina Idrobo J.M., la llamada “contaminación por el monocultivo” también se ha extendido al mundo entero, en sistemas tan disímiles como la escuela, la familia, la fábrica, y a la esfera jurídica, particularmente en la forma uniforme de administración, organización y gobierno de los municipios, entre otros.

La pasión por el uniforme, el limitado esquema educativo viso-auditivo para alumnos con capacidades de aprendizaje diferentes, la homogenización del trabajador en la fábrica, y las mismas leyes aplicadas a municipios esencialmente distintos, configuran la visión uniforme y antiecológica que caracteriza a nuestra civilización. 

Por lo tanto, urge una conversión ecológica gradual, pero radical, para restablecer el rumbo tal como lo afirma el sumo pontífice: “espero que este momento de peligro sacuda nuestras conciencias dormidas y permita una conversión humanista y ecológica que termine con la idolatría del dinero y ponga la dignidad y la vida en el centro”.

“…nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse”.

 

“Ha llegado… el momento de reflexionar sobre las actividades económicas y el trabajo. ¿Por qué reinvertir en combustibles fósiles, monocultivos y destrucción de la selva tropical, cuando sabemos que ello agrava nuestra crisis medioambiental? ¿Por qué retomar la industria armamentística, con su terrible desperdicio de recursos y su inútil destrucción?... ¿estaremos dispuestos a cambiar los estilos de vida que sumergen a tantos en la pobreza, promoviendo y animándonos a llevar una vida más austera y humana que posibilite un reparto equitativo de los recursos?

Solo de esta manera, corrigiendo el rumbo, hacia acciones colaborativas y de bien común, que preserven y promuevan la diversidad al interior de los ecosistemas humanos y físicos, podremos superar la responsabilidad social y ambiental de mínimos que hemos exhibido, con la cual se han generado las desigualdades e injusticias imperantes y se ha acelerado el dramático deterioro del planeta.


martes, 2 de junio de 2020

A LA RECESIÓN QUE MÁS DEBEMOS TEMER, PASADA LA PANDEMIA, NO ES A LA ECONÓMICA


https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/233524-a-la-recesion-que-mas-debemos-temer-pasada-la-pandemia-no-es-a-la-economica


Para comprender la aseveración del título del presente artículo procederemos a explicitar, inicialmente, el concepto de recesión económica, y posteriormente, el de recesión “de volver a la vida anterior”.

La recesión económica, según Julius Shiskin, es la fase del ciclo económico en la que la actividad económica se reduce, al disminuir el consumo y la inversión, por un lado, y aumentar el desempleo, por el otro, durante un período de tiempo.

Por su parte, el predicador del vaticano Raniero Cantalamessa afirmó categóricamente en la homilía del viernes santo: “Volver a la vida anterior, es la recesión que más debemos temer”, vale decir, volver, después de pasada la pandemia, a la misma sociedad con las mismas debilidades, injusticias y corrupciones.

Y, Leonardo Boff, lo reafirma señalando que lo peor que nos podría pasar sería “volver a lo de antes: fábricas articulándose y produciendo a todo vapor, aunque con cierto cuidado ecológico, para recuperar el tiempo perdido y…las ganancias” … pero, sobre todo, volver… al mismo esquema mental arrasador de concebir a la tierra como un “mercado de negocio”.

Así las cosas, es mucho más terrible para la humanidad ese volver a la vida anterior, que la recesión económica, pues la segunda en mención sería solo por un período de tiempo, mientras que la primera es y ha sido indefinida, pues ha dejado al planeta gravemente enfermo, y la pobreza, antes de la pandemia, era del orden de 1.300 millones de personas, y la brecha en lugar de cerrarse se ha ido ampliando con el pasar del tiempo.

Es al egoísmo humano y al paradigma arrasador a lo que más debemos temer, pues la incapacidad de trascender nuestro propio ego imposibilita pensar y actuar con fines colectivos…siempre codiciosos de intereses particulares y de atesorar riqueza con una responsabilidad social y ambiental de mínimos.

En efecto, el sociólogo Jeremy Rifkin, asesor de gobiernos y corporaciones de todo el mundo señala que “la nuestra es la civilización de los combustibles fósiles…la cual se ha cimentado durante los últimos 200 años en la explotación de la Tierra… hemos perdido el 60% de la superficie del suelo del planeta para transformarlo en gas, petróleo y carbón… el cual tardará miles de años en recuperarse… la actividad humana ha generado estas pandemias porque ha alterado el ciclo del agua y el ecosistema que mantiene el equilibrio en el planeta…debemos asumir, entonces, que estamos en una nueva era…si no lo hacemos,  estamos ante la amenaza de una extinción, pues habrá más pandemias y desastres naturales”.

Por lo tanto, es a esta “recesión a la que más debemos temer”


miércoles, 6 de mayo de 2020

SI NO REPLANTEAMOS, EN ALGÚN MOMENTO SOBREVENDRÁ UNA CORRECCIÓN NATURAL


Todo parece indicar que, en esta oportunidad, la pandemia originada por el COVID 2019, se puede convertir, tan solo, en un dramático llamado de atención a la especie humana, “la parte consciente y responsable de la superentidad viviente denominada Tierra”, tal como lo afirma Leonardo Boff, pues esperamos, como continúa afirmando el teólogo brasilero, “que la Tierra siga teniendo compasión de nosotros y nos esté dando sólo una especie de ultimátum” que nos haga despertar del letargo para “restablecer el rumbo”, tal como lo ha señalado el sumo pontífice en su oración de indulgencia plenaria por la pandemia. 

De seguir esta ruta, reafirma el teólogo, “vamos al encuentro de nuestra propia desaparición”, pues las pandemias sobrevinientes, señala el divulgador científico David Quammen, como consecuencia del afán de productividad y la consecuente “destrucción de los hábitats de animales, tienden a acercar a nosotros estos virus que viven en animales salvajes”, y, por lo tanto, se pueden convertir en un “drástico factor de corrección del crecimiento demográfico de la especie humana, tal como les ocurre a muchas especies de insectos cuando ejercen mucha presión sobre el medio natural”.

En efecto, señala Boff, “si continuamos atacando a la Tierra viva, ella contraatacará de nuevo con más pandemias letales, hasta que llegue una que nos exterminará”.

Si al anterior desastre natural le adicionamos el desastre cultural de pobreza, inequidad y desigualdad de oportunidades para cerca de 1.300 millones de pobres multidimensionales del planeta, originados por el exceso de individualismo y codicia, las posibilidades de colapso del ecosistema Tierra se acrecientan, pues si a los desequilibrios en los ecosistemas físicos, producidos por la dinámica del mercado, les adicionamos los desequilibrios en los ecosistemas humanos originados por el descuido del eje colectivo necesario para mantener la polaridad de cualquier ecosistema, la inminente destrucción sería inevitable… si no replanteamos nuestra relación con el planeta y con nuestros semejantes.

En efecto, frente a la conjugación del desastre natural, expresado en un planeta gravemente enfermo, con el desastre cultural, reflejado en las cada vez más enormes brechas de desigualdad e inequidad sociales, el Papa Francisco en su mensaje URBI ET ORBI en la pascua 2020 hace un llamado específico a los gobernantes del mundo para que tomen medidas concretas de solidaridad:

“Animo a quienes tienen responsabilidades políticas a trabajar activamente en favor del bien común de los ciudadanos…y hace un llamado a que se relajen las sanciones internacionales de los países afectados… reduciendo, o incluso condonando, la deuda que pesa en los presupuestos de aquellos más pobres…y que no es este el momento para seguir fabricando y vendiendo armas, gastando elevadas sumas de dinero que podrían usarse para cuidar personas y salvar vidas…”.

Pues esta es la “recesión que más debemos temer”, según lo expresó el predicador del vaticano Raniero Cantalamessa… “volver, después de pasada la pandemia, a la misma sociedad con las mismas debilidades, injusticias y corrupciones”.

Y respecto del desastre natural, Boff propone que no tenemos más alternativa que:

“Hacer la conversión ecológica radical propuesta por la encíclica papal sobre el cuidado de la Casa Común…Y en este sentido, el coronavirus no es una crisis como otras, sino la exigencia perentoria de una relación amistosa y cuidadosa con la naturaleza…el punto esencial e irrenunciable es una nueva concepción de la Tierra, ya no como un mercado de negocios que nos coloca como sus señores,  fuera y por encima de ella, sino como una superentidad viviente, de la que somos precisamente su parte consciente y responsable…”.

Por lo tanto, es imperativo tener la capacidad de advertir lo que se nos avecina para poder replantear nuestro rol y manera de vivir en nuestro planeta, que permita, de un lado, iniciar el camino de disminución de las brechas sociales que azotan al planeta, y por otro, evitar la corrección natural del crecimiento demográfico por excesiva presión a la naturaleza.

oscaralejandroperezpalomino@gmail.com


martes, 14 de abril de 2020

REFLEXIONES SOBRE EL TÍTULO DEL SUPUESTO EDITORIAL DEL WASHINGTON POST Y LA EMERGENCIA DEL COVID 2019

 


Aunque el texto que se presenta como una traducción al español de un editorial del periódico estadounidense, resultó falso, pues el Washington Post nunca lo publicó, resulta importante reflexionar sobre su título: "O muere el capitalismo salvaje, o muere la civilización Humana".   

La analogía del modelo ecológico con la vivencia humana realizada por el Psiquiatra Luis Carlos Restrepo brinda las bases para comprender la supuesta traducción del editorial que circuló en redes sociales y que fue citado por Gloria Helena Rey, columnista y por algunos políticos que también lo compartieron en sus redes.

En efecto, como lo afirma el teólogo brasilero Leonardo Boff, lo que caracteriza lo humano es la polaridad, no la polarización, vale decir, el equilibrio entre sus dos polos o ejes que lo constituyen, uno individual y otro colectivo, porque cuando no se cuidan o no se mantiene este equilibrio entre sus ejes constitutivos, los ecosistemas humanos se debilitan, se contaminan o colapsan… lo cual aplica tanto para ecosistemas humanos ubicados en la esfera de lo privado, en lo público o en la dimensión trascendente del hombre.

La singularidad humana y la dependencia afectiva, afirma Restrepo, son los ejes constitutivos de los ecosistemas humanos de la esfera de lo privado, como la familia, por ejemplo; de igual manera sostiene que la libertad económica y la justicia social son los ejes constitutivos de los ecosistemas humanos de la esfera de lo público, como lo son los modelos de desarrollo de los países del orbe; y por su parte, Boff, manifiesta que la libertad humana (libre albedrío) y la dimensión del misterio son los ejes constitutivos del ecosistema humano como especie, de la dimensión trascendente del hombre.

De manera que el descuido del eje colectivo de los ecosistemas ha generado que las familias se hayan convertido, según sostiene el sacerdote Juan Jaime escobar, en "santuarios de egoísmo", los países en islas hegemónicas, y el ser humano, como individuo y como especie, en individuos soberbios y arrogantes incapaces de trascender su propio ego.

Respecto de las familias y el ser humano como individuo, el Padre Juan Jaime Escobar reafirma:

"El hombre moderno solo se ve así mismo… lleva una vida mediocre… lleva una fe mediocre de mínimos… que se acuerda de Dios cuando le conviene y lo usa para aparentar que es bueno y justo… lleva una familia de mínimos… de hacer acto de presencia mientras está metido en su pantallita… en su celularcito, en sus cosas y en sus caprichos… lleva  una dignidad de mínimos… que te permite a ti mismo tus propias pequeñas corrupciones y tus propias pequeñas trampas… lleva una verdad de mínimos… en la que caben tantas mentiras que te convences a ti mismo que son piadosas…"

En relación con los modelos de desarrollo de las naciones, es claro que el capitalismo está montado sobre el eje de la libertad económica y el socialismo sobre el eje de la justicia social, y el énfasis exacerbado en el eje de la libertad económica, en el caso del capitalismo, nos podría conducir al colapso de la civilización humana, y el énfasis extremo en el eje de la justicia social nos lleva al descalabro de las economías, tal como sucede hoy en día con Venezuela.

Y para completar la trilogía, la soberbia humana, por ser la única criatura que tiene el poder de decirle NO al mismo Dios, según lo expresa Boff, lo ha obnubilado y enceguecido al descuidar el eje de la dimensión del misterio, cuyo propósito es el de orientar la elección humana hacia lo colectivo para trascender el yo individual y mantener la polaridad que requiere la existencia humana.

Así las cosas, al combinarse los desastres culturales en las tres esferas, tanto en lo privado, como en lo público y en la dimensión trascendente, se podría configurar entonces el colapso de la civilización humana, si no restablecemos el rumbo, tal como lo afirmó el Sumo Pontífice:

"…readaptando (comportamientos), rutinas y hábitos, impulsando la oración y el servicio silencioso… que son nuestras armas vencedoras… para no continuar imperturbables ante el grito de los pobres y de nuestro planeta gravemente enfermo… pues la tempestad ha desenmascarado nuestra vulnerabilidad y ha dejado al descubierto esas falsas y superfluas seguridades con las que habíamos construido nuestras (vidas), agendas, nuestros proyectos, rutinas y prioridades…y se ha caído el maquillaje con los que disfrazábamos nuestros egos siempre pretenciosos de querer aparentar…"

Y finalmente, respecto del modelo de desarrollo capitalista imperante, también es imperativo realizar cambios profundos orientados hacia la justicia social para contrarrestar los desequilibrios generados por el desbordado énfasis hacia la libertad económica, que se traduce en pobreza, desigualdad, injustica e inequidad de oportunidades para cerca de la cuarta parte de la población del mundo.

oscaralejandroperezpalomino@gmail.com