https://www.elinformador.com.co/index.php/opinion/39-columnas-de-opinion/268138-victimismo-subutilizacion-del-potencial-humano
Además, se configura como otro paradigma característico de la persona fragmentada. En efecto, como el paradigma de “la persona completa”, conforme a lo establecido por Stephen Covey, en su libro el “8° Hábito”, consiste en desarrollar equilibradamente las cuatro dimensiones constitutivas del ser humano Cuerpo, Mente, Corazón y Espíritu, nos detendremos en la dimensión mental, cuya fuerza creativa para su desarrollo y cuidado es tener una “visión” y la programación de la cultura para su descuido y justificación es el “victimismo”.
De conformidad con lo expresado por la
psicóloga Andrea García Cerdán, el perfil victimista tiene principalmente
estas características: “1. Cree que no tiene control sobre su vida; 2. Anticipa
lo peor…tiende a ser muy pesimista…e intenta desanimar a los demás con su
negatividad; 3. Le echa la culpa a los demás… no asume ningún tipo de
responsabilidad y en su lugar la cede; 4. Se menosprecia…usa términos como “no
puedo”; 5. No se analiza ni intenta mejorar… cuando alguien se lo hace notar…se
niega a analizar sus actos y no es capaz de mejorar; 6. Pilar de la cultura de
la queja”.
Para Rahav Gabay hay dos tipos de sesgos que se dan
como consecuencia de poseer una mentalidad victimista y dos dimensiones del
victimismo: “1. Sesgo de interpretación…ven todas las ofensas como auténticos
ataques personales, por muy leves que sean; 2. Sesgo de memoria… recuerdan
emociones negativas más fácilmente; 3. Falta de empatía ante el daño y
sufrimiento ajenos…ignoran y menosprecian el sufrimiento ajeno; 4. Constante
rumiación sobre victimización en el pasado… rumian constantemente sobre las
ofensas recibidas, por pocas y leves que hayan sido…recuerdan lo que les dijeron,
el daño que le hicieron, en vez de pensar sobre posibles soluciones al problema”.
Por su parte, para Covey, la manifestación más elevada de la
dimensión mental es tener una visión, que a diferencia del pesimismo
característico del victimismo, representa sueños, esperanzas, metas y planes,
que no son meras fantasías, sino que son realidad, capacidad para reinventar nuestra
vida y creación mental, que aún no tiene la creación física.
Para el Sócrates americano “la imaginación es más
importante que el conocimiento, porque el recuerdo es pasado. Es finito. La
visión es futuro…es infinita…es más grande que las cicatrices emocionales del
pasado… la visión nos permite trascender nuestro pasado, para alzarnos por
encima de nuestro recuerdo…que permite desarrollar un sentido de nuestro propio
destino, un sentido de nuestra propia misión y de nuestro papel singular en la
vida, un sentido de propósito y de significado…la visión también se refiere a
afirmar a los demás, a creer en ellos, sobre todo si son adolescentes que están
pasando por su segunda crisis de identidad, pues verlos a través de la lente de
su potencial y de sus mejores actos, en lugar de verlos a través de la lente de
su conducta o de su debilidad actual, genera energía positiva para que se
conviertan en lo mejor de sí mismos, además de liberarnos a nosotros de
reaccionar a la conducta no deseada… esta acción afirmadora es una de las
claves para reconstruir relaciones rotas y para tener éxito como padres”.
En tal virtud, así como las organizaciones formulan
una visión empresarial compartida, así mismo deberíamos hacer nosotros para visualizar
¿cuál es nuestro propósito, nuestra misión y el sentido de nuestra existencia?,
que nos permita establecer un norte, y canalizar, de esta manera, nuestra
aportación y contribución desde nuestra singularidad. Que esta navidad y el nuevo
año que comienza… sea la oportunidad de hacerlo. Lo mejor para todos en esta
navidad y en el 2022.
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