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NI CONTINUISMO
NEOLIBERAL…NI POPULISMO SOCIALISTA
Este 13 de marzo, día de elecciones del
Congreso de la República y Consultas Presidenciales, se redefinirá el rumbo de
nuestra nación, pues ambas votaciones tendrán un efecto en las presidenciales
del mes de mayo.
La indignación, la sensación de inseguridad,
la corrupción, el despotismo económico del neoliberalismo, y la desconexión del
actual gobierno con las necesidades de la mayoría, no debe empujarnos al otro
extremo del populismo socialista; pero tampoco el miedo a las dinámicas
totalitarias que se observan en las repúblicas socialistas debe conducirnos al
continuismo del modelo económico neoliberal.
En efecto, como todo en la vida humana,
cuando los problemas y dolores de una postura llegan a una situación
límite…siempre hay la tendencia de irnos al otro extremo…o a permanecer en él. Así nos ha sucedido con el
ejercicio de la autoridad (autoritarismo) en los ámbitos familiar, escolar,
empresarial y social, pues la nocividad del autoritarismo nos condujo a la
excesiva permisividad o abdicación de la autoridad. Las consecuencias de una
educación sin normas y excesivamente condescendiente son más nocivas aún, pues impiden
el desarrollo de la persona y conducen a la anarquía, que a su vez en el ámbito
político genera autoritarismo, tal como lo señalo en el prólogo del libro
Colombia: ¿Autoridad o Autoritarismo? escrito por mi padre Juan Francisco Pérez
Mercado.
Igualmente, dicho comportamiento ambivalente entre
extremos, se observa a nivel empresarial en los estilos gerenciales centrados
exclusivamente en la tarea, que cuando ahogan las libertades, impiden la
creatividad del trabajador, y conducen a estilos administrativos centrados en
las personas, conocidos como la administración club campestre con sus efectos
nocivos en la productividad empresarial; o como en la actual transición de la
empresa tradicional centrada en el trabajador manual, el control, el miedo y el
capataz, a la empresa del siglo XXI centrada en el trabajador no manual, el
autocontrol, la confianza y el gerente educador.
Asimismo, este transitar de un extremo a
otro se entronizó en la construcción de familia y de pareja. La generación de
nuestras abuelas, por ejemplo, caracterizada por la cultura del aguante, pasó,
hoy día, a la cultura del disfrute, ambos extremos igualmente nefastos; y a
nivel ambiental la tradicional disyuntiva entre arrasar el patrimonio natural y
la que predica el inmovilismo y la parálisis del desarrollo ha sido la
característica intermitente e imperante desde inicios de la era industrial, que
ha dificultado la plena emergencia del modelo económico de desarrollo
sostenible.
Finalmente, esta alternancia entre extremos se
vivencia también en los modelos de desarrollo de los países del orbe. Efectivamente,
como el capitalismo está montado sobre el eje de la libertad económica y el
socialismo sobre el eje de la justicia social, un énfasis exacerbado en el eje
de la libertad económica, como en el caso del neoliberalismo, nos podría
conducir al colapso de la civilización humana, como consecuencia del afán de
productividad a ultranza y la consecuente “destrucción de los hábitats de
animales, que tienden a acercar a nosotros virus letales que viven en animales
salvajes”, tal como lo señala el divulgador científico David Quammen, pero, por
otro lado, si el desmedido énfasis se efectúa sobre el eje de la
justicia social nos conducirá al descalabro de las economías, tal como sucede
hoy en día con Venezuela.
Dicho en palabras
del Dr. Merlano “Mis convicciones y experiencias de vida me llevan a apostar
más por la creencia en la posibilidad de integrar los contrarios en torno a
propósitos comunes, que en la confrontación de suma cero, en los que una tesis
predomina sobre la otra, sin tomar nada de ella. Creo en la fusión de lo
diverso”. Como la racionalidad ecológica señala que lo más
sano para cualquier ecosistema, físico o humano, es mantener el equilibrio
integrando sus ejes constitutivos, es imperativo orientar nuestra decisión de
voto, en tal sentido, para evitar la alternancia entre los extremos del
continuismo neoliberal y el populismo socialista.
Alberto Merlano. Muy bueno, me gustó muchísimo. Gracias por la mención.
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