La libertad como don, el denominado libre albedrío o
libertad de querer, tiene dos niveles, según bien lo señala el jesuita doctor
en teología Tony Mifsud: uno, como la capacidad del ser humano de
auto-determinarse, y otro, como la posibilidad real de poner en práctica esta
capacidad. (…) el primer nivel es una condición antropológica que nos distingue
como especie, pues con ella contamos con la capacidad formal de superar el
determinismo de los instintos y de los hábitos, para poder asumir el rumbo de
la propia vida; y el segundo nivel hace referencia a la posibilidad de poner en
práctica dicha capacidad mediante la toma de decisiones (voluntad) con
conocimiento de causa (inteligencia), un querer sabiendo… pues la “auténtica
libertad humana no consiste tanto en la capacidad de elegir sino en saber elegir
lo que corresponde a un verdadero crecimiento de la persona y/o lo que
garantice relaciones justas entre los hombres”.
Dicha capacidad, nos es otorgada como semilla, y por
tanto, es nuestro deber desarrollarla con esfuerzos personales y decisiones, con
el propósito de realizar en nosotros las condiciones por las que podemos llegar
poco a poco a una más alta libertad.
Estas condiciones, afirma Pérez Mercado Juan
Francisco, “son el conocimiento de sí y la rectitud del querer. En cuanto
a la primera condición, cada persona debe esforzarse por conocer su
carácter, su temperamento, sus hábitos y las tendencias que se actualizan en su
conciencia. El camino para lograr la segunda condición es racionalizar la
voluntad, cuya función es querer”.
El conocimiento de nuestra interioridad tiene el propósito de “reescribir
los guiones que otros nos han dictado y que han dado lugar a conductas
inconvenientes. Y para ello hemos de usar el don de la autoconciencia” para
identificar los guiones errados y los principios y leyes naturales inscritos en
nuestro interior con el fin de iniciar el proceso de ir desaprendiendo
el viejo y adquiriendo el nuevo aprendizaje con base en el principio elegido.
ResponderBorrarGuiones entrecruzados por la realidad, la capacidad creativa de diseñar nuevas fases de una ecosociedad más integrada a su sistema solar, la galaxia y los límites que le exige la sustentabilidad para el equilibrio planetario. Víctor Velásquez.
Todo es cierto... felicitaciones!! Betty Petro
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