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Las orientaciones éticas, expresadas en el decálogo bíblico y
en los principios de contenido formal, como el llamado imperativo categórico de
Kant, “obra de tal manera que tu acción pueda erigirse en norma universal de
conducta”, se pueden considerar, afirma el filósofo mexicano Carlos Llano
Cifuentes, como “análogas a las señalizaciones viales…tanto en lo que se
refiere a las indicaciones acerca de la velocidad recomendada en cada tramo [ y de no adelantar en
curva ], como en lo que concierne a los
obstáculos próximos previsibles -zona de deslizamiento e inestables- y sobre
todo a los diferentes destinos, en el caso de bifurcación” o cuando usamos el
transporte masivo del Transmilenio o del metro.
En efecto, si no tenemos en cuenta estas indicaciones viales…nos
podemos accidentar… o no llegar al sitio que deseamos, pues no estamos teniendo
en cuenta la racionalidad y el conocimiento de la orografía presente en estas
señalizaciones realizadas por las autoridades de tráfico vehicular… pero, sobre
todo…el problema aquí consiste en que…estamos perdidos…, al no tener en cuenta
dichas señalizaciones, y que nos llevaron a tomar el camino o el transporte
equivocado.
No obstante, lo dramático de lo expresado es que…igual nos acontece en
nuestra forma de vivir, pues al no tener en cuenta la racionalidad y el
conocimiento de la naturaleza humana presente en las orientaciones éticas
realizadas por los estudiosos del tema que han deducido los principios
inscritos en nuestra naturaleza humana, no llegamos al pleno desarrollo del
hombre y del colectivo, como integrante de la sociedad y del planeta en el que
vivimos…pues, al igual que la persona que tomó la bifurcación o el transporte
equivocado, estamos perdidos.
Elegir con base en principios… los cuales deben servir de orientación…para vivir
guiándonos por esas leyes naturales, en lugar de seguir la cultura basada en
remedios rápidos, que ha llevado a la indignante injusticia social y los
quebrantos de salud del planeta gravemente enfermo, pues no seguir las
orientaciones éticas, vale decir, la ignorancia o el desprecio de tales
principios, además de constituir la forma más grave de degradación en el hombre,
no permite llegar a buen puerto.
En consecuencia, la violencia, la corrupción, la mentira, la
descomposición familiar, los estilos de vida “con ganancias desmedidas para
pocos”, según lo ha expresado el Papa Francisco, y que sumergen a 1.300
millones de habitantes en pobres multidimensionales, de los cuales la mitad son
menores de 18 años, de acuerdo con el nuevo índice mundial de pobreza multidimensional
del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo-PNUD, y la pérdida del 60% de la
superficie del suelo del planeta, que tardará miles de años en recuperarse,
según lo manifiesta Jeremy Rifkin, asesor de gobierno y corporaciones en todo
el mundo, son los signos inequívocos del extravío, que nos imponen el deber de
rectificar el rumbo y retomar el sendero señalado por las orientaciones éticas
reseñadas.
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