Se propone
modificar el sistema electoral, en cuanto al modo en que se reparten las
curules de diputados, pasando de un sistema proporcional de listas presentadas
por las organizaciones políticas, usando el sistema de umbral y cifra
repartidora, a uno mayoritario o de circunscripciones uninominales, parecido al
que se utiliza en el Reino Unido, Estados Unidos y ahora Argentina. En
síntesis, que no se elijan por listas…sino por distritos…para que cada
división territorial tenga su representación.
La elección por
circunscripciones uninominales, implica dividir el territorio de cada departamento
en la misma cantidad de circunscripciones que curules de Diputados a elegir. Es
decir, un diputado por cada distrito. Cada partido político, en tanto, puede
presentar un solo candidato por cada circunscripción, y en la elección uno solo
de todos ellos será elegido por mayoría simple. El partido que gana se lleva
todos los cargos en disputa.
"Consiste
en que en vez de votar una lista con varios candidatos (que ingresarán según la cantidad de votos que tenga el partido) cada uno vota a un candidato a
diputado, y cada diputado tiene una referencia geográfica o
regional", señala el politólogo argentino Fernando
Domínguez Sardou.
Según
el analista político Patricio Talavera, la discusión en torno al
modelo propuesto tiene aspectos positivos y negativos. Entre los primeros se
destacan “el fin de las "listas sábana" armadas por las
cabezas de partido sin posibilidad de que el elector pudiera discernir, incluso
si hay un político desprestigiado en las listas. (…) También da una noción de
cercanía y territorialidad en la selección de los candidatos y diputados, y (…)
compacta el sistema político en las fuerzas que tienen mayor cantidad de
votos".
Entre los aspectos negativos se destaca “el sesgo
"agravado" en favor de partidos mayoritarios, lo que podría implicar que,
en un distrito grande, un tercio de los electores se queden sin representación
después de la elección. (…) Esto, sumado a la eliminación de topes a aportes privados, implicará un
balance importante en el financiamiento de campañas e inclinará la cancha en
favor de algunas fuerzas políticas sobre otras",
apuntó.
En esa línea también se expresó Luis Tonelli,
politólogo y profesor de la UBA, quien explicó que “los distritos uninominales
funcionan con la lógica "de un balotaje" pero aplicada a una elección
general en la que los electores se verán forzados a elegir al candidato con más
chance de ganar. (…) Las terceras fuerzas pierden votos por el voto estratégico. Les
resultara muy difícil, salvo casos de dominio local, a las terceras fuerzas
colocar diputados", puntualizó.
Sin embargo,
es importante señalar que este aspecto negativo es contrarrestado ampliamente con
la obtención de representación por parte de los doce departamentos que no han
quedado representados en la cámara alta durante estos últimos 34 años, después
de promulgada la constitución del 91, pues tal como lo afirma Jaime Buenahora
Febres-Cordero “la representación es la principal expresión de la democracia
política en las sociedades modernas”. Lo anterior, si prospera la propuesta de
asignar dos senadores por departamento, que busca que todos ellos queden
igualmente representados en la cámara alta del congreso para superar la
inequidad regional que ha generado el sistema de elección de senadores por
circunscripción nacional. Como esta propuesta implica la disminución de
senadores en la cámara alta, para equilibrar el sistema es necesario, entonces,
disminuir también el número de diputados.
Adicionalmente, Tonelli, destacó que “la clave estará
en cómo se demarcarán esas circunscripciones, que, según la propuesta de Milei,
serán a título del Poder Ejecutivo con la aprobación de la Cámara Nacional
Electoral. Un juego en el que también entrará la Corte Suprema velando por lo
que dicte la carta magna. (…) La Constitución considera a las Provincias como distritos
electorales y no le daría esa potestad al presidente", reflexionó.
Por tanto, para Colombia implica un desafío adicional
la demarcación de las circunscripciones, por cuanto la Constitución del 91 no
consagró nada al respecto.
En tal
virtud, este sería otro de los cambios quirúrgicos de orden constitucional,
propuesto por el ex magistrado Hernández Becerra, que habría que incluir en el
próximo plan de desarrollo 2026-2030, para “encaminar progresivamente la
organización territorial hacia las proximidades del federalismo” e ir
contraviniendo el recentralismo que vive el país.
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