La forma de aliviar, no los síntomas, sino la enfermedad…es viviendo en conversión, afirman los escolapios.
La conversión como proceso de
madurez humana no se logra de un momento a otro, como un cambio radical
abrupto, sino que se consigue mediante un enfoque gradual, un proceso
secuencial, que nos mueve progresivamente sobre un continuum de crecimiento
espiritual.
El proceso de conversión implica
“dejar atrás al hombre viejo y dar paso al renacer del hombre nuevo (…) es un
largo proceso que comienza por una toma de conciencia, seguida de una crisis
inicial y una decisión en el que hay momentos fuertes, momentos difíciles, y
crisis de maduración donde debemos volver a elegir reiteradamente” para corregir
nuestras fallas y errores e ir ajustando nuestro comportamiento “a las
enseñanzas y principios proclamados y encarnados por cristo”, señala el sacerdote
y escritor chileno Segundo Galilea.
El proceso incipiente de
conversión, que comienza con la superación de nuestros defectos, es el que está
a nuestro alcance…porque el proceso profundo de conversión, que implica la
superación del pecado o de los principios quebrantados, requieren del apoyo de
la Providencia, dado que, tal como lo señala el sacerdote colombiano Juan Jaime Escobar
“la posibilidad de vivir una vida de compasión, de vivir una vida buena, es una
realidad que escapa a la mera capacidad humana”.
En virtud de lo anterior, nos
detendremos en la etapa incipiente de este proceso de conversión, el cual se
realiza negándonos a utilizar los mecanismos de defensa de la inconciencia, la
justificación teórica, darle gusto
al mal, la culpabilización psicológica y la búsqueda de compensaciones como estrategias
para aliviar los síntomas de la enfermedad.
Vivir en conversión consiste,
entonces, en una toma de conciencia de un error, seguida de la decisión de
optar por no volver a cometerlo… en empezar a darme cuenta de mis errores. Si
soy imprudente, por ejemplo, es darme cuenta de que lo soy, y empezar a no
seguir siéndolo, mediante una vigilancia constante de mi comportamiento. De
esta manera desandamos el camino y desaprendemos el habito nocivo.
No justificando teóricamente nuestros
errores ni el mal que habita en nosotros y que hacemos, sino denunciándolo y
analizándolo con valentía. Como señalábamos la justificación teórica es la
búsqueda de dos o tres razones elegantes que disfracen la realidad…esa
capacidad que tenemos para autoengañarnos, para actuar mal y estar convencidos
de que actuamos bien. Como las disculpas teóricas nos hacen parecer justos ante
los demás y ante nuestra propia consciencia, vivir en conversión consiste en no
justificarnos.
No darle gusto a nuestras faltas
y males sino aprendiendo a sufrir nuestro mal...es vivir en conversión.
No culpabilizándonos, no
exagerándolo todo, pues de esta manera no nos sentimos enfermizamente
angustiados por nuestro error, sino que sentimos un pesar tranquilo, alegre.
Cuando hay angustia, hay problema psicológico, no conversión. La conversión es
paz, es confianza, es alegría.
Renunciando a las compensaciones...
tal vez tengo debilidades, fallas, errores...pero como es difícil enfrentarlas,
en lugar de superarlas busco compensaciones en la droga, el alcohol para
olvidar y huir, en horas y horas de TV, en acumular posesiones, en la entrega a
la búsqueda de dinero, a la búsqueda de placer, y la felicidad aparente. Renunciar
a este mecanismo consiste en concentrar mis esfuerzos en ser integro…ajustar mis
comportamientos a principios eternos, en cultivar una rica vida privada
leyendo, reflexionando, a través del discernimiento, y prestando un servicio.
Aquí es importante aclarar que
los bienes placenteros mencionados de la tv, las posesiones, la entrega a la búsqueda
de dinero y placer…son un goce y deleite sobreviniente, si el sujeto no los usa
para huir y eludir sus debilidades, fallas y errores. Pero si se buscan como
una compensación para eludir la tarea de superar las debilidades, fallas,
errores, males y pecados…se convierten en una nueva y sofisticada enfermedad, entendida
la compensación como el mecanismo de defensa utilizado para “encubrir las
debilidades, frustraciones, insuficiencias o incompetencias en una área de la
vida enfocándose o destacándose en otra”, para mantener el equilibrio emocional.